La Naturaleza
En 1955, Saemisch se muda a Sommerhausen, en Alemania central, y junto a sus estancias frecuentes en los Alpes, a donde asciende para convivir con la montaña y sus habitantes, se dedica a explorar la naturaleza, no sólo como un refugio vital, sino como un poderoso misterio siempre por desentrañar.
La relación con la naturaleza y la montaña le permiten observar sus ciclos, comprender su belleza, la fuerza y fragilidad que resultan de su asombrosa complejidad. Esta experiencia se refleja en obras que desde una perspectiva íntima muestran la capacidad expresiva de la naturaleza. Más allá de las preocupaciones figurativas, Saemisch recrea la esencia del mundo natural guiado por el lema de Cézanne, “crear orden ante la naturaleza”, al que Ernst contrapone algo aún más sutil y quizá más generoso: “hacer música ante la naturaleza”.