“En aquel momento [1922], era yo el primero que pintaba una escena de la Revolución, con gran disgusto de todo el mundo (…), y muy especialmente de Ramos Martínez, quien no concebía que se pudiera pintar un indio con cananas y pistola, cuando era más a lo Millet pintarlo con una olla entre las manos (…).
Pocos días después, Vasconcelos, en busca de gente nueva, me hizo ir a su despacho, a mí que no era más que un estudiante de la Escuela de Pintura al Aire Libre de Coyoacán, y me dijo: ‘Quiero que usted también se encargue de decorar la Preparatoria. Pinte usted lo que guste y con los procedimientos que mejor le parezcan. Lo dejo en entera libertad de criterio, pues no deseo que, el día de mañana, ustedes los pintores, se disculpen de sus propios errores, alegando que se les impuso tal o cual asunto, tal o cual procedimiento’.” Fernando Leal, 1933