En México, Jean Charlot se incorporó a la Escuela de Pintura al Aire Libre de Coyoacán, donde los jóvenes artistas se reunían a retratar a las personas del pueblo de los alrededores y dibujar a los personajes que veía en la calle, siempre con una fina y precisa línea cargada de belleza: campesinos, mujeres con rebozos, trabajadores.
El arte indígena y popular era descubierto por los artistas que renunciaban a la Academia de Bellas Artes, y Jean Charlot, aunque de nacionalidad francesa, estaba entre quienes más conocían las culturas prehispánicas e indígenas. Enseñó a sus contemporáneos la técnica del grabado en madera —pocos años atrás había muerto José Guadalupe Posada, a quien admiraba profundamente, pero cuya obra despreciaba la Academia.
A los tres meses de su llegada a México se integró al equipo de asistentes de Rivera para pintar el Anfiteatro y poco después consiguió su propio muro.
Aquí, en concierto con Fernando Leal, desarrolló una obra en binomio: por un lado una representación histórica de la Conquista, por el otro su consecuente sincretismo en el mural de Los danzantes de Chalma.
La Masacre en el Templo Mayor, llamada en las fuentes indígenas Masacre de Toxcatl, representa el ataque perpetrado por Pedro de Alvarado en 1520 contra los mexicas durante una ceremonia religiosa que conmemoraba a Huitzilopochtli; un hecho sangriento representado en diferentes códices.
El mural de Charlot representa la violencia de la guerra, los conquistadores-máquinas metálicas se deslizan con furia y arrincona a los indígenas.
La composición de las lanzas marca la pauta geométrica de todo el mural, produciendo el efecto de movimiento.
El brillante colorido naranja en encáustica contrasta con el freso del conjunto mural. La gestualidad de los personajes y animales causan un efecto dramático que parece anticipar al Guernica de Pablo Picasso.
En la esquina inferior derecha, Charlot aparece autorretratado junto a Rivera y Leal, un modo de subrayar el carácter simbólico de la obra por encima de la representación histórica.
“Yo conocía México a través de los ojos de mi abuelo; sabía también que tíos y primos, a quienes mi madre amaba tiernamente, vivían allá…
Aunque nací y me crié en París, y pasé por la École des Beaux-Arts, mis sonajas y cartillas fueron los ídolos y manuscritos mexicanos de la colección de mi tío Eugène Goupil; fueron también mi ABC de arte moderno…
“Ramos Martínez, director de la Academia de San Carlos, me recibió muy cortésmente y me permitió pintar en la Escuela al Aire Libre de Coyoacán. Ahí, compartí el estudio de Fernando Leal (…). Fue Nacho Asúnsolo, el escultor, quien me presentó a Rivera. El pintor se complació de poder hablar francés y de platicar sobre lo que habíamos dejado atrás, en París.”
Jean Charlot
El renacimiento del muralismo mexicano 1920-1925