ENSAMBLAJES
Guillermina Ortega retoma la tradición de fabricar atados rituales que sirven para que los dioses adquieran cuerpos temporales durante los rituales. En cada una de estas ofrendas, se amarran cortezas que sirven como pieles y se coloca un pedazo de copal en el lugar que corresponde al corazón. El acto de rociarlas con sangre de aves sacrificadas les da vida. La artista retoma esta práctica de sus abuelos y devuelve los cuerpos a las mujeres desaparecidas por la violencia en el Estado de Veracruz. Las hace presentes y les otorga vida mediante su obra.