Atujuwá, espíritu celeste

Cuenta un mito wauja que hace más o menos cien años, una máscara muy grande cayó del cielo, como una bola de fuego, cerca de la aldea del pueblo kustenau, al sur de la Amazonía. Los kustenau, curiosos por el hecho, fueron hasta el lugar del impacto y manipularon la máscara y el cuerpo del ser que la portaba sin saber que estaban hechizados. Pasado algún tiempo, los kustenau comenzaron a morir y hoy son un pueblo prácticamente extinto. Así fue como los wauja, un pueblo indígena vecino de los kustenau, supo de la existencia de ese espíritu celeste. Atujuwá continúa enfermando a las personas, pero actualmente no mata como antes, pues los chamanes saben cómo curarlas. Su máscara es la de mayor dimensiones entre los pueblos originarios de América del Sur, midiendo entre 170 y 200 cm. de diámetro. A su forma circular, que incorpora un remolino, son singularmente atribuidas las identidades animales, vegetales o de fenómenos naturales, a través de pinturas específicas. De este modo, cuando un ser-jaguar porta el atujuwá, adquiere la capacidad de volar y trasladarse ágilmente como un remolino: se vuelve un jaguar celeste. En la fotografía vemos, de izquierda a derecha, una pareja de un atujuwá arcoíris y un atujuwá jatobá, que es un árbol (Hymenaea courbaril): ¡hay selvas en el cielo! Atujuwá es una máscara excepcional, en toda América Latina existen solamente cuatro ejemplares en colecciones públicas.