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El espíritu del 22

Un siglo de muralismo en San Ildefonso

Las circunstancias que hacen posible la aparición y el desarrollo del muralismo mexicano en San Ildefonso son diversas y responden a procesos culturales, sociales y políticos de un tiempo determinado por la Revolución mexicana, en las que coinciden el nacionalismo revolucionario con el socialismo ruso, el indigenismo con los descubrimientos arqueológicos, el desarrollo de nuevas interpretaciones históricas y teorías antropológicas, las luchas campesinas y la emergencia del sindicalismo obrero, y donde permea la influencia de las vanguardias artísticas que están transformado el arte europeo.

El movimiento muralista mexicano del siglo XX tiene como punto de partida la obra de un grupo de artistas conformado por Diego Rivera, Fernando Leal, Jean Charlot, Ramón Alva de la Canal y Fermín Revueltas, quienes en 1922 y a invitación del intelectual maderista José Vasconcelos, proponen decorar los muros del excolegio jesuita de San Ildefonso, sede de la Escuela Nacional Preparatoria (desde las reformas educativas juaristas) y epicentro del proyecto educativo de la Revolución.

 

A este primer grupo de creadores se unirán, un poco más tarde, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco. Un año antes, Vasconcelos ya había invitado a Roberto Montenegro a decorar los muros del Colegio de San Pedro y San Pablo —hoy Museo de las Constituciones—, sin embargo, será la experiencia colectiva de San Ildefonso, —los diálogos, coincidencias, colaboraciones y debates que incluyen la participación del propio Vasconcelos, en la que intervienen entre otros artistas e intelectuales de la época, los destacados ayudantes Amado de la Cueva, Máximo Pacheco, Carlos Mérida y Xavier Guerrero— la que hará de este recinto el gran laboratorio creativo del cual emergerá este movimiento artístico de dimensiones nacionales e internacionales y marcará definitivamente la historia del arte.

La muestra que presentamos es una invitación a conocer las motivaciones que movieron esta extraordinaria constelación de jóvenes artistas, cuyas edades fluctuaban entre los 21 y 39 años, así como a internarse en el ambiente cultural vanguardista y las ideas que animaban la vida de México hace cien años.

 

Dr Atl, Retrato de Rubén M. Campos, ca. 1909, Col. Andrés Blastein
Xavier Guerrero, Campesina, sin fecha, mixta sobre tela, CENCROPAM, INBAL
José Clemente Orozco, La ronda, ca 1913, acuarela sobre papel,
Col. Andrés Blastein

 

 


  • Las Fiestas de 1910 y la Exposición de los artistas mexicanos

    Fundado como escuela jesuita, de finales del siglo XVI hasta las últimas décadas del siglo XVIII, el Colegio de San Ildefonso fue el epicentro del proyecto educativo del virreinato de la Nueva España, y continuó su vocación educativa en el México independiente, gracias a su transformación en Escuela Nacional Preparatoria, durante las reformas juaristas. En 1902, el director la Escuela, Manuel Flores, solicitó al arquitecto Samuel Chávez renovar los oscuros salones del colegio con instalaciones adecuadas para una preparatoria moderna, así como crear una soberbia aula magna de usos múltiples: un anfiteatro. El 22 de septiembre de 1910, en el marco de los festejos del centenario de la Independencia, Justo Sierra, secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, al lado del presidente Porfirio Díaz, inauguró en el flamante anfiteatro la Universidad Nacional de México. La Sociedad de Pintores y Escultores, integrada por Joaquín Clausell, Saturnino Herrán, Jorge Enciso, José Clemente Orozco y Roberto Montenegro, entre otros, e impulsada por Gerardo Murillo, mejor conocido como el Dr. Atl, organizó en el marco de los festejos, una exposición de artistas mexicanos y solicitó decorar los muros del recién construido anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria de San Ildefonso. Con los andamios ya instalados, el estallido de la Revolución frustró la realización del mural.

    En 1911 en la Academia de San Carlos, los estudiantes conformaron la Unión de Pintores y Escultores repartió una proclama impresa en volantes donde se manifestaban inconformes contra los métodos pedagógicos importados de la Europa del siglo XIX, vigentes aún, en la que además hacían eco de las proclamas maderistas. La revuelta se convirtió en una huelga y durante dos años los estudiantes se reunían para tomar clase en la Ciudadela, en el Zócalo y en la Alameda, pintando lo que veían en la calle, un ambiente opuesto al encierro de los salones de dibujo académico; con ello da inicio a un nuevo periodo en el arte mexicano.

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    Roberto Montenegro, Vino de consagrar, 1911; tinta y lápiz sobre cartón,
    Col. Andrés Blastein
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    Germán Gedovius, Vista del Popocatepetl, ca. 1905; óleo sobre masonite, Museo Kaluz
    Xavier Guerrero, Cazador de la Selva, s/f; óleo sobre lienzo, Museo de Arte Moderno, INBAL
    Saturnino Herrán, Alegoría de la construcción, 1910; óleo sobre yeso, trasladado a soporte de fibra de vidrio sobre bastidor de madera, Instituto Politécnico Nacional

     

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    Entre 1922 y 1926, San Ildefonso se convierte en el epicentro de experimentación artística de México, donde un grupo de pintores emprende la creación de un nuevo lenguaje plástico de gran formato, de carácter público y de intenciones pedagógicas, con particular interés por las representaciones históricas, la crítica social y la agitación política. La confluencia de posiciones políticas revolucionarias con ideas estéticas de vanguardia estimula el surgimiento de una generación de jóvenes artistas formada durante los años de la guerra civil, que hace suyo el espíritu rupturista del cubismo, el expresionismo, el futurismo, el constructivismo y el fovismo.

    Los primeros muralistas buscan otras formas de entender y procesar el momento histórico que les toca vivir con los medios expresivos del nuevo arte. Mientras que Diego Rivera regresa a México bajo el influjo del cubismo y el ambiente artístico experimental de París, un grupo de artistas mucho más jóvenes, encabezados por Fernando Leal, en el que participan Jean Charlot

     

     

    Fermín Revueltas, Alva de la Canal, Xavier Guerrero, Máximo Pacheco, Carlos Mérida y Emilio García Cahero, entre otros, provenientes algunos de ellos del movimiento estudiantil que en la ciudad de México desata en 1911 la huelga de la Academia de San Carlos e impulsa la creación de las Escuelas de Pintura al Aire Libre, reivindica un arte de raíces nacionales y populares, heredero de la obra de Saturnino Herrán y del ánimo volcánico del Gerardo Murillo (Dr. Atl), en radical contraposición al gusto bucólico de raíces románticas, dominante durante el porfiriato.

    Gracias a la visión revolucionaria del maestro José Vasconcelos, quien los convoca a sumarse al proyecto educativo del gobierno encabezado por el general Álvaro Obregón, estos artistas —a los que muy pronto se van a sumar David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, ya involucrados en otros frentes revolucionarios— serán los primeros en llevar al arte el espíritu estridentista e innovador de la Revolución y plasmar sus nuevas visiones en los muros de los edificios públicos de México.

     

     

    Jean Charlot, Diego a la Preparatoria, 1922; lápiz sobre papel, Jean Charlot Collection
    Francisco Díaz de León, Indias en día de mercado, 1922; óleo sobre tela, Col. Andrés Blaisten
    Gabriel Hernández Ledesma, El ebanista, 1925; óleo sobre tela, Col. Andrés Blaisten

     

    Máximo Pacheco, El cargador de agua, ca. 1927; óleo sobre tela, Col. Andrés Blaisten
    Germán Cueto, Máscara; cartón pintado, alambre de fierro y pelas de plástico, Col. Andrés Blaisten
    Germán Cueto, Máscara II, 1924; cartón pintado, alambre de fierro y pelas de plástico, Col. Andrés Blaisten

     

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    “Bajo mi mando, ninguna mujer será abusada.
    Si hay infractores, los pasaré por el fusil.
    Mi nombre es Juana Belén Gutiérrez de Mendoza.”

    Durante la Revolución las mujeres ganaron en el campo de batalla nuevos papeles sociales y de representación política. Su lucha reforzaba las batallas feministas. En 1917, por mediación de Hermila Galindo, se logró que se incorporara la Ley de Relaciones Familiares a la Constitución y permitió que las mujeres obtuvieran los mismos derechos que los hombres en materia de tutela familiar y de derecho laboral. En San Luis Potosí, Yucatán y Chiapas se consiguió la igualdad electoral.

    Las artistas rompieron la división entre la esfera pública y privada, que las limitaba y definía antiguamente. Nahui Olin, Rosario Cabrera, Guadalupe Marín, Graciela Amador, Concha Michel, Aurora Reyes, Carmen Foncerrada, Isabel Villaseñor, Anita Brenner, Antonieta Rivas Mercado y las extranjeras Tina Modotti y Frances Toor, formaban el centro de una comunidad cultural en la que la actividad artística con frecuencia se dinamizaba con las relaciones personales entabladas con sus colegas pintores.

     

    Mujeres artístas y activistas

     

    A partir de una reflexión propia, las artistas encontraron diferentes tácticas expresivas; el humor les permitió denunciar y protestar contra los prejuicios e inequidades. El retrato entre ellas y el autorretrato funcionaron como una herramienta de representación de la personalidad y vida de cada una, pero también de autoridad: mirar y ser mirada trascendió la preocupación estética para convertirse en un acto de participación política.

    El activismo político y el magisterio, tarea fundamental dentro de las misiones vasconcelistas, funcionaron como nuevos caminos de exploración artística. Al mismo tiempo que se proyectaba una “mujer nueva”, los muralistas impulsados por Vasconcelos propusieron un “hombre nuevo” surgido del mestizaje, pero indiferente a la necesidad de igualdad entre sexos, tal como las artistas y colegas del partido comunista denunciaron en repetidas ocasiones.

     

     

    Tina Modotti, Mujer con bandera, ca. 1928; fotografía, Fototeca Nacional, Mediateca INAH
    Dr. Atl, Nahui Olin, ca. 1922; Atl colors/fresco, Col. Andrés Blaisten
    Nahui Olin, El abrazo, s/f; óleo sobre cartón, Col. Andrés Siegel

     

     

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    El movimiento mural surge en la Escuela Nacional Preparatoria a partir de la colaboración de tres equipos. Al primero, encabezado por Diego Rivera, le corresponderá decorar el Anfiteatro del Colegio con el mural La Creación. En él participa un grupo notable de ayudantes entre los que se encuentran Carlos Mérida, Xavier Guerrero, Amado de la Cueva y Jean Charlot. Los otros dos equipos propondrán un correlato entre escenas históricas fundacionales de carácter mítico y simbólico: La Masacre en el Templo Mayor, de Jean Charlot, se desarrolla a un costado de la escalera principal en diálogo con la representación del sincretismo cultural y religioso derivado de la caída de Tenochtitlan, mostrada en Los danzantes de Chalma de Fernando Leal.

    En la entrada principal del Colegio, El desembarco de los españoles y la cruz plantada en tierras nuevas de Ramón Alva de la Canal se emplaza frente al nacimiento del culto amerindio de Tonantzin-Guadalupe en La alegoría de la virgen de Guadalupe de Fermín Revueltas. Ambas obras serán pintadas con el apoyo del artista otomí Máximo Pacheco.

     

     

    El impacto de estos procesos creativos estimulará el arribo a San Ildefonso de David Alfaro Siqueiros, quien, asistido por Xavier Guerrero y Amado de la Cueva, creará una obra plástica inconclusa, de integración plástica a la arquitectura, donde coinciden mitologías antiguas con ideas contemporáneas, alegorías de la libertad, las luchas obreras y la iconografía comunista.

    El último artista en incorporarse a este proceso fue el maestro José Clemente Orozco, quien desplegará el mayor número de murales en el Colegio y cuyas obras incluirán las propuestas temáticas de sus colegas con representaciones de la natividad, de Cortés y la Malinche y la relación entre los monjes franciscanos con los indígenas derrotados, pero que las desbordará desplegando en los muros de este recinto sus visiones complejas y poéticas de la Revolución mexicana, así como la inclusión de una descarnada crítica social de la justicia, el poder y la iglesia, a partir del uso de la estética de la caricatura política y de elementos simbólicos vinculados tanto a la masonería como al marxismo.

     

     

    La Creación Diego Rivera (1886-1957)

    Diego Rivera

     

    Los danzantes de Chalma Fernando Leal (1896-1964)

    Fernando Leal

     

    La Masacre en el Templo Mayor Jean Charlot (1898-1979)

    Jean Charlot

     

    El desembarco de los españoles y la cruz plantada en tierras nuevas Ramón Alva de la Canal (1892-1985)

    Ramón Alva de la Canal

     

    Alegoría de la Virgen de Guadalupe Fermín Revueltas. (1901-1935)

    Fermín Revueltas

     

    El espíritu de Occidente y El entierro del obrero David Alfaro Siqueiros (1896-1974)

    David Alfaro Siqueiros

     

    Cortés y la Malinche, Los Franciscanos y La destrucción del viejo orden José Clemente Orozco

    José Clemente Orozco

     

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    Un Cauduro es un Cauduro
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    VLADY Revolución y disidencia

     

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    En la actualidad los murales siguen siendo un soporte para reivindicar la historia y la cultura, son espacios para construir nuevas memorias, contribuyendo a la apropiación y participación por parte de las comunidades.

    Varios autores de esta forma expresiva elaboran piezas colaborativas, comparten técnicas, actúan como mediadores que proponen procesos, antes que resultados y que desarrollan su trabajo en las dimensiones estética y política.

    Este muralismo, partícipe vinculante de procesos de resistencia y de gestión, se desenvuelve como un conjunto de intervenciones en el espacio público, considerado como un entorno político en donde se dan consensos y desacuerdos.

    Se trata de un tipo de muralismo que tiene como fin la acción social y que se construye desde la significación de intereses colectivos, porque reivindica la memoria histórica, la diversidad, se manifiesta a favor de la autonomía y es un vehículo de lucha social.

    A lo largo del periodo de la muestra, se desarrollarán en esta sala obras de artistas que reflexionan sobre el arte público, la cultura urbana, la memoria, las tradiciones de los pueblos originarios, el género, la participación comunitaria o la experimentación artística y, que, en suma, expresan modos de resistencia que invitan a los visitantes a repensar el muralismo hoy.

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    RAMA 500 años
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Programa educativo

 

Exposición

 

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