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¡El humo de la hoguera! ¡Hace estruendolos escudos!
¡El dios de los cascabeles!
Allí son tremoladas tus flores, oh Enemigo,
Hacen allí el estruendo las Águilas, los Tigres!
[...]
En el agua floreciente de la hoguera (Atlachinolli)
Está la casa de las mariposas del escudo:
allí con dardos lee, extiende la pintura
en libros de divinas flores Motecuzoma en México
¡Sustituyó nuestro alimento con sacrificados!
Oh, dios Águila, en tu mansión imperas:
allí con dardos le, extiende la pintura
en libros de divinas flores Motecuzoma en México.
¡Sustituyó nuestro alimento con sacrificados!
[...]
Tu bandera se agita, se enardece,
la hoguera está haciendo estrépito:
¡que seas tú el que arde!
[...]
Estoy doliente, mi corazón desolado:
veo la desdicha, viene y se estremece en este templo
Arden escudo en el lugar del humo, allí donde se hacen
los dioses. Veo la desdicha, viene y se estremece en este templo.
Códice florentino o Historia General de las Cosas de Nueva España del franciscano Fr. Bernardino de Sahagún, y de sus informantes y los alumnos del Colegio de Santa Cruz de
Tlatelolco, Antonio Valeriano, Antonio Vegerano, Martín Jacobita, Pedro de San Buenaventura y Andrés Leonardo
[...]
En doce libros escritos en castellano, náhuatl y con imágenes elaboradas por los tlacuilos-pintores
[...]
al ser una fuente posterior a la Conquista, puede ser leído desde tres perspectivas
diferentes, desde la óptica de los conquistadores a partir del castellano; desde la visión de los tlacuilos–nahuatlatos que utilizaron la grafía castellana pero se expresaron en náhuatl y desde el mensaje escrito a partir de las imágenes por los tlacuilos- pintores.
[...]
Esta vez el cataclismo que promovió la muerte del “Sol” lo constituyó la llegada de los españoles; la guerra y las epidemias que diezmaron a la población indígena fueron el tributo a pagar para dar comienzo a la nueva era, el “Sexto Sol” esta vez representado como Cristo.
Según [el Códice florentino] fue el propio Alvarado quien persuadió a Moctezuma para hacer la fiesta y, mientras los indígenas danzaban y celebraban a sus dioses frente al Templo Mayor, los españoles “tomaron todas las puertas del patio para que no saliese nadie, y otros entraron con sus armas y comenzaron a matar a los que estaban en el areito, y a los que tañían les cortaban las manos y las cabezas [...] y los que acudían a las puertas huyendo de allí los mataban [...] corría la sangre por el patio como el agua cuando llueve [...] por todos los rincones buscaban los españoles a los que estaban vivos para matarlos”
Entonces, el capitán partió enseguida hacia las orillas del agua; dejó a don Pedro Alvarado "Sol". Y entonces, más tarde, los mexicanos fueron a preguntar a Motecuhzoma cómo iban a celebrar la fiesta de su dios. Enseguida, él les dijo de qué manera: "¡Dispongan todas sus vestimentas rituales! ¡Háganlo!"
Entonces, "Sol" dio órdenes, entonces se ató con cadenas a Motecuhzoma
Fue entonces cuando colgaron a un señor de Acolhuacan, Nezaualquentzin, cerca de la muralla a orillas del agua. El segundo que murió fue el soberano de Nauhtla,
llamado Coualpopocatzin. Lo cosieron a flechazos, y cuando lo hubieron cosido a flechazos, entonces lo quemaron vivo. Desde entonces los tenochcas vigilaban la Puerta-del-Aguila. Por un lado se encontraba la cabaña de los tenochcas, por el otro se encontraba la cabaña de los tlatelolcas.
Vinieron a decirles a ellos que engalanaran a Uitzilopochtli. Pronto, entonces, dispusieron sobre Uitzilopochtli todo aquello con lo que se le atavía, sus vestimentas de papel y todos sus atavíos. Lo decoraron con todo.
Enseguida, después, los mexicanos cantaron sus himnos, y eso hicieron el primer día. Volvieron a hacer eso, sencillamente el segundo día, cantaron sus himnos.
Los que cantaban los himnos se habían despojado de todas sus vestiduras. Únicamente, todo lo que llevaban eran sus conchas, sus turquesas, sus ornamentos para los labios, sus collares, sus penachos de plumas de garza, sus patas de venado. Los que tocaban el tamboril, los queridos ancianitos, que tenían sus sonajas de calabaza, sus calabazas de tabaco, a ellos
atacaron primero los españoles allá. Les golpearon las manos, les golpearon la cabeza. Enseguida, después, murieron. Todos los que cantaban los himnos, todos, los que miraban, murieron ahí.
Nos atacaron, nos masacraron durante tres horas, masacraron a las gentes en el patio del templo. Enseguida, entonces, penetraron en el edificio para matar a todo el mundo, a los que llevaban el agua, a los que habían llevado la comida para los caballos, a los que molían el maíz, a los que barrían la tierra, a los que montaban guardia.
[…] todos salieron a solemnizar a su ídolo y a mostrar la grandeza de México, como les había sido encomendado, con todas las más y mejores riquezas y aderezos que tenían donde se juntaron en su rueda y baile ocho o diez mil varones ilustres, todos gente de sangre y nombradía, donde estando con todo el contento del mundo bailando, el Marqués por ordenanza de don Pedro de Alvarado, mandó poner a las cuatro puertas del patio, cuarenta soldados, diez a cada
puerta, para que por allí ninguno se les fuese, y mandó a otros diez que se fuesen a donde tocaban el tambor, donde les pareció que andaba la gente más principal apeñuscada, y que en llegando matasen al que tenía el tambor y luego tras él, a todos los circunstantes […] sin tener en las manos sino rosas y plumas con que bailaban, los metieron a todos a cuchillo […] no pudiéndose esconder de ellos, fueron todos muertos, quedando el patio lleno de la sangrede aquellos desventurados […]
En las Cartas de relación el cruento hecho ni siquiera es digno de mención.
Con suerte lamentosa nos vimos angustiados.
En los caminos yacen dardos rotos,
los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululuan por las calles y plazas.
y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas, como teñidas
[...]
y era nuestra herencia una red de agujeros.
En los escudos fue su resguardo;
¡pero ni con escudos puede ser sostenida su soledad!
Hemos comido palos de eritrina,
piedras de adobe, lagartijas, ratones, tierra en polvo, gusanos…
La matanza perpetrada por Pedro de Alvarado y compañía frente al Templo Mayor en el mes Tóxcatl fue un catalizador que, sin lugar a dudas, aceleró la inevitable guerra entre los invasores y los mexicas.
A partir de ese momento [la masacre de Toxcatl en el Templo Mayor], el mundo conocido por los indígenas jamás volvió a ser el mismo. Junto con aquellos invasores llegaron a estas tierras una serie de creencias, prácticas y costumbres que, primero impuestas y después asimiladas y mezcladas con las nativas, con el andar de los años se volverían parte de su cotidianidad y de su idiosincrasia.
Cantares Mexicanos
Códice Borbonico. Quetzalcóatl y Tezcatlipoca. f.22. (BANF)
Códice Borbonico. Quetzalcóatl y Tezcatlipoca. f.36. (BANF)
Gisela Mendoza, 2021
Códice florentino Libro XII. f.885 (BMLF)
Códice florentino Libro XII. f.886 (BMLF)
Baltazar Brito Guadarrama, 2020
Códice florentino. Libro XII C.20 f.890. De como los españoles hiceron la gran matanza...(BLMF)
Códice florentino. Libro XII f.892 (BLMF)
Códice florentino. Libro XII f.964. (BMLF)
Anales de Tlatelolco, 1528
Manuscrito 1576 Códice Aubin o Historia de la nación mexicana. f84.(BNF)
Fray Diego Durán, s. XVI
Baltazar Brito Guadarrama, 2020
Códice Durán. Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme, Fray Diego Durán, 1581 (BNF)
Códice de Tlatelolco 1562 (INAH BNAH)
Manuscrito de Tlatelolco, 1528
Códice Durán. Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme, Fray Diego Durán, 1581 (BNF)
Baltazar Brito Guadarrama, 2020
Códice Vaticano A., ca. 1565. Biblioteca Apostólica Vaticana [Codex Vat. Lat. 3738], Ciudad del Vaticano
Baltazar Brito Guadarrama, 2020
Códice Durán. Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme, Fray Diego Durán, 1581 (BNF)