Desde la salida de Cortés nada particular había ocurrido, si no era la dureza con que Alvarado trataba á Moteczuma, cosa no de extrañar por el carácter de aquél, cuando llegó la fiesta Tóxcatl, solemnísima para los mexica, y que caía á 20 de mayo. Alvarado había quedado con una pequeña guarnición: si bien con numerosos tlaxcalteca, tan sólo con ciento treinta españoles. Recelaba, y con razón, cualquier levantamiento de los mexica, y su recelo aumentaba á la proximidad de las fiestas, ocasión propicia para un alboroto. Los tlaxcalteca desconfiaban también, y con su temor aumentaban los de Alvarado. Como sucede siempre en esos casos, las sospechas se iban tornando afirmaciones, y Ios recelos creíanse peligros.

Es curioso y creyérase dispuesto por el destino, que Cuauhtemoc subiera al trono al comenzar el mes Panquetzaliztli, cuando se celebraba la fiesta particular de Huitzilopochtli, la deidad esencialmente mexica, el dios de la guerra, como es rara coincidencia que el valeroso monarca que debía caer y perderse con su pueblo, se llamase Cuauhtemoc, nombre que significa el águila que cayó; y en efecto, su jeroglífico es una cabeza de águila con el pico hacia abajo, cual si se quisiera expresar que de la mayor altura se precipita en el abismo. Era el electo el Teotecuhtli ó jefe del sacerdocio, y según nuestra cuenta joven de unos veinticinco años.