Desde su llegada a la capital de México, en 1964, de Ciudad Camargo Chihuahua, Sebastián llegó para permanecer, y lo ha hecho a través de sus obras monumentales colocadas en distintos sitios públicos.
La cabeza de caballo o Caballito, como también se le conoce, ha pasado a ser uno de los insustituibles iconos que identifican al Distrito Federal, y que decir de sus obras integradas al paisaje urbano de otros Estados de la República Mexicana, o en ciudades de América, Europa y Asia.