Patio de Novicios

El Patio de los Novicios o Patio Chico es considerado la parte más antigua del Colegio de San Ildefonso, construido entre 1712 y 1718, bajo el rectorado del padre Zorrilla, quien, con sus propios recursos, mandó levantar esta edificación para formar a los futuros misioneros. En el portón principal, sobre la calle peatonal de San Ildefonso, se encuentra una representación de San José y la virgen del Rosario, tallada en alabastro o tecali, a quien está consagrada la construcción.

David Alfaro Siqueiros (1896-1974)

Siqueiros pintó a la encáustica El Espíritu de Occidente, una mujer alada (representación de la Humanidad), rodeada de conchas de mar y símbolos abstractos del fuego, aire, tierra y agua, inspirados en los frisos de la ciudadela de Teotihuacán, recién descubierta, siguiendo la consigna de los Tres llamamientos… de restaurar el espíritu arquitectónico de “las obras de los antiguos pobladores de los valles, los pintores y escultores mayas, aztecas, incas…”. A continuación, reivindicó el mestizaje por medio de una pareja que representa dos mundos: Paternidad, la patria cargando a un niño mestizo, que a la vez es una referencia al continente americano en los brazos de San Cristóbal, patrono de los viajeros a la par que evocación de Colón; y su contraparte, Adelita, símbolo de las mujeres revolucionarias.



En el muro frontal del segundo piso, Siqueiros pintó entre marzo y julio de 1923, Los mitos caídos: Cristo y Satanás, sobrevolando a la Monarquía y la Democracia. Mientras se encontraba pintando El entierro del obrero, -en enero de 1924-, Felipe Carrillo Puerto fue asesinado; se dice que, como homenaje, detrás de la argamasa del ataúd, Siqueiros guardó una botella con el nombre del difunto. En el muro de enfrente, inició El llamado a la libertad,  representa a dos mujeres rompiendo las cadenas de la opresión. Ambos murales quedaron inconclusos; ya bajo el gobierno de Calles en 1924, decidiera despedir a Siqueiros y a Orozco acusados por estudiantes, maestros, críticos y periodistas, de colaborar con el “feísmo".

En todo el conjunto podemos percibir la obsesión de Siqueiros por encontrar la llamada “integración plástica”, es decir, fusionar los murales a la arquitectura en una unidad, de ahí que se preocupara por emplear como soporte no solo las paredes sino también los techos, en los que colaboran Xavier Guerrer, Roberto Pérez, Amado de la Cueva y un asistente apellidado Vasquez.