1521

[...] la Conquista de México nunca tuvo relevancia ni representatividad en la pintura de estado de la Monarquía católica, ni en la propaganda bélica general del Imperio español y que, a sensu contrario, su representación profusa en el arte novohispano resultó medular para la construcción del relato histórico e identitario del reino de la Nueva España. Esta palpable contradicción entre la manera en que la Corona invisibilizó —por razones políticas, jurídicas y filosóficas— las conquistas americanas de sus “espejos de hazañas” y la forma en que los novohispanos hicieron lo contrario [...]

¿De dónde devino tan poderoso aquel monarca austro-castellano? ¿De dónde tanto boato, tanta plata, tanto alabardero, coselete, rodelero, arcabucero y falconetes labrados? ¿De dónde tanto caballo, general de banda y pluma, tercios viejos, galeras y galeones, flotas y convoyes?¿De dónde? [...] Sin duda, los Austrias se pavoneaban por el mundo por mor de las riquezas de los nuevos reinos indianos occidentales, de Nueva España y de Perú, de Zacatecas y Potosí, de Acapulco y Manila, de las Indias. [...]

Felipe IV creía reinar por designio de Dios, pero sin duda lo lograba con el apoyo más terrenal del mineral potosino y novohispano; gobernaba gracias al sudor de los castellanos y de sus aliados indígenas de ultramar que, un siglo atrás, antes que nadie, dieron más tierra a la Corona que mil cruzadas, que mil encamisadas y contraminas en Flandes [...] nada de Cortés, nada de Tlaxcala, nada de Otumba, de Cholula, ni rastro del sitio de Tenochtitlan o de la batalla de Nochixtlán. [...] nada de las Indias Occidentales, a las que se tiene derecho y posesión por la gracia de la bula papal [...]

[...] la Monarquía católica entendió, con una congruencia a prueba de siglos, que no debía fomentar, ni presumir, ni propalar la Conquista como una empresa militar urbi et orbi. [...] Además no fueron campañas del rey, sino campañas privadas bajo banderas leales al rey; [...] los monarcas hispánicos tuvieron con esta actitud la abierta intención de restar poder e influencia a la nueva aristocracia militar [...]

Esta visión, a diferencia de la de la Corona, no suavizaba el belicismo del hecho fundacional del reino. [...] Esta guerra se presenta en cuadros, biombos y enconchados como el acta de bautismo del reino. Se visualiza la Conquista como una conflagración mítica y épica de dos potencias [...] entre dos civilizaciones, la colhua-mexica y la castellana, en una obsesiva muestra de igualdad entre ambos contendientes: misma dignidad, misma gallardía, misma valentía y heroísmo parejo.

Empecemos por el primero, la obra maestra del mulato Juan Correa: pintado en sus dos caras, el biombo representa en una de ellas los cuatro continentes y en la otra el primer encuentro de Moctezuma con Cortés [...] A Europa la encarna la real persona de Carlos II; a Asia, lo que parece ser un Sultán otomano, y cuando representa a América no duda en encarnarla en Moctezuma [...] en la que reposa un ave que podría interpretarse como el Espíritu Santo de los cristianos, que desciende sobre el tlatoani para iluminarlo y purificarlo.

En el segundo caso, se trata de una excepcional pieza anónima. En una de sus caras se representa la batalla total por la Conquista de México-Tenochtitlan y en la otra se desplanta una lacustre, católica, ordenada y próspera Ciudad de México. [...] y en ella, las repúblicas de Santiago Tlatelolco y San Juan Tenochtitlan […] La nueva Ciudad de México se retrata imponente ante este novus orbis en el que quiere tener el lugar de privilegio que siente merecer frente a las otras grandes ciudades del Imperio: Cuzco, Nápoles, Milán, Amberes, Sevilla o Madrid.

Es esta guerra una espléndida muestra del combate igualitario entre arcabuceros y rodeleros extremeños luchando encarnizadamente contra fornidos y feroces guerreros águila y jaguar, o mostrado el encuentro de Cortés y Moctezuma con la grandeza de los representantes de dos grandes civilizaciones que se fundieron a sangre y fuego.

Los murales representan escenas muy aguerridas de combates míticos entre guerreros águila y guerreros jaguares, ataviados a la manera prehispánica, contra seres mitológicos europeos, en este caso centauros. […] en los primeros años del siglo XVI, se estaba polisignificando y reinterpretando las consecuencias del cataclismo que significó el arribo español al mundo indígena.

Estos relatos históricos y fantásticos de la Conquista desarrollados en cuadros, enconchados y biombos en los que se divisaban luchas épicas entre rodeleros extremeños y caballeros jaguares en los canales tenochcas, fueron encargados a los talleres de la capital, por ejemplo, por el conde de Moctezuma y Tula, descendiente directo del emperador Xocoyotzin. [...] Otros navegaban desde Veracruz hasta Castilla como regalo novohispano para Carlos II y otros más partían hacia España en el equipaje de altos funcionarios cesantes.

Nuestro segundo ejemplo nos lleva a la Nao de China o Galeón de Manila y a las técnicas traídas en estas singladuras anuales por los migrantes japoneses al virreinato. Nos referimos a la técnica de la concha nácar o enconchados y a su elección como soporte de cuadros de representación religiosa e histórica. Famosos fueron los hermanos Miguel y Juan González, cuya nación se desconoce, aunque los expertos sospechan que pudieran ser nipones novohispanizados.

Finalmente nos queda reseñar la obra de 1752 de José Vivar y Valderrama titulada La consagración de los templos paganos y la primera misa en México-Tenochtitlan […] Procede de una larga tradición de obras donde se pinta a Cortés orante, en actitud sumisa y nada belicosa o donde se aprecia a españoles y mexicas juntos en presencia de la divinidad que los reconcilia […]

Franqueando el templo y mirando la consagración católica del teocalli se encuentran de un lado los castellanos, sumisos, de rodillas, descubiertos y orantes, con un Cortés a la cabeza que mira al espectador; del otro lado los mexicas, con sus mejores galas, con sus armas y sus instrumentos musicales, presenciando con orgullo el fin del paganismo […] Toda una declaración de intenciones de la nueva sociedad criolla que, con obras como ésta, pretendió cerrar las heridas germinales del reino para beneplácito y sostén de la patria criolla, la Hispania nova.

Las élites urbanas novohispanas, quizás con más clarividencia que sus herederos en los siguientes siglos, construyeron una historia del reino lo suficientemente fuerte, unívoca y grandiosa como para sustentar con los cimientos de un pasado incontrovertible los retos de un futuro que intuían promisorio.