La exposición Annette Messager explora con delicado cuidado el aspecto luminoso y sombrío de nuestros deseos, la ternura y la transgresión, el temor y la serenidad, para mostrarnos que es posible vivir con placer todas nuestras experiencias como seres humanos.

El asombroso repertorio de formas y materiales que utiliza Messager en sus obras, juega con las sensaciones y los sentimientos de manera notable. Logra la fortaleza de un lenguaje muy personal que domina lo más íntimo de la naturaleza humana y muestra que no hay diferencia entre el arte y la vida personal.

Dispuesta en 905 m², la exposición reúne obras que han causado gran impacto en el mundo del arte, como Casino (2005), ganadora del León de Oro en la Bienal de Venecia del 2005, una instalación que pareciera recrear las entrañas de una ballena, una ola de tela roja flotando sobre el piso y máscaras descendiendo del techo dentro de una habitación a media luz. Elementos que buscan reflejar el vínculo entre la condición de estar vivo y el temor a lo incierto.

 
La lectura de la obra de Annette Messager escapa a una interpretación lineal ya que demanda complejas formas de comprensión. La propia artista afirma que no hay mensaje en su trabajo; sin embargo, la reflexiones que generan sus creaciones permiten vislumbrar la posibilidad de vivir con naturalidad nuestros deseos, sin importar que puedan resultar oscuros o censurables para la sociedad.

Por su instalación Articulés–Désarticulés (2001-2002) y el inusual ambiente creado, Annette Messager fue reconocida en Documenta XI, una de las exposiciones de arte contemporáneo más importantes del mundo. En esta obra, propone una nueva conciencia sobre la relación entre nuestro cuerpo y los otros seres vivos con los que compartimos el mundo.

Jorge Contreras, curador de la muestra señala que “el mundo que va construyendo la obra de Annette Messager se parece cada vez más a un poema, es un mundo que sólo se intuye, pero eventualmente se puede tocar y nos revela cuánta falta nos hace”.

Annette Messager